Si la mágica diversidad natural representa el mayor tesoro de Nueva Guinea, su mayor misterio, aún por desvelar, es la llegada y expansión de los primeros seres humanos.
Sus culturas, algunas aun totalmente indocumentadas, son quizás de las más singulares de Sudeste asiático y Oceanía. La mayoría de los grupos étnicos dispersos por los valles y tierras pantanosas de Papúa, apenas han tenido contacto entre sí debido a la compleja orografía del terreno y los continuos enfrentamientos que se sucedían antaño entre los diferentes pueblos.
Esta remota área alberga un sorprendente grado de solapamientos de hábitat, herencia vegetal de un paisaje primigenio que no ha sido aún cartografiados con detalle. Aún hoy, en los mapas modernos, aparecen grandes espacios en blanco con la leyenda “territorio inexplorado”.
Nos adentraremos en las selvas de Papua donde la naturaleza, en un estallido de vitalidad, extrema su belleza en cascadas y torrentes de aguas ocres en busca de los Korowai, los últimos arborícolas del planeta. Sus viviendas se alzan orgullosas sobre el dosel vegetal a 45 metros de altura. Avionetas, canoas y marchas a pie serán nuestros medios de transporte para adentrarnos en esta región salvaje y poco explorada.